Valentía es quedarse en un segundo plano. Pero nunca al margen. Porque esa foto en blanco y negro no sería lo mismo sin ti. Tampoco ésta.
Y tu silencio queda enmascarado en una cobertura de crema de queso. Y entre tanto arreglar pantallas rotas, te encontraste con una que antojaba complicada. Y no podías guardar el nivel. Y el juego no cesaba de empezar de nuevo. Como el día de la marmota pero sin marmota y con una perezosa Lula en la ventana. Y empezar la jornada en una cadena de montaje cuando en tu cabeza se desmoronaba la vida. Aunque siempre tuvieras herramientas para reparar una catástrofe. Y así, como quien finaliza el circuito de una placa base, reiniciaste el juego. Y el secreto estaba en una voltereta final, que practicaste con paciencia.
Y no aguantaste carros ni carretas sino que tiraste de ellos. Esperando que os llevaran al siguiente nivel. Siempre sereno y de la mano. Y fuiste el hombro de muchas acongojadas lágrimas. La espalda donde cargar preocupaciones. Las piernas a veces derrotadas de tanto intentar.
Menos mal que siempre tuviste una Thermomix al lado, donde crear recetas de cariño. Y alimentar la esperanza del algún día. Porque siempre tuviste una camisa nueva que ponerte para provocar sonrisas. Sobre todo la suya.
Y ahora vendes miedos en Wallapop. Y creaste una nueva lista de deseos en Amazon. No te olvides que el mejor regalo no se envuelve y se lo diste en forma de canción.
Y compañía.
Y comprensión.
Y no empieza una cuenta atrás, sino hacia adelante. Donde jugar a decenas de videojuegos que no caben en una game boy trucada.
Y seguir siendo valentía.
Y valiente. Desde ese segundo plano donde te sientes cómodo. Aunque seas protagonista. Como Alex Kidd. Y compartáis un gran puño para golpear a la vida cuando hace falta. Y saltar de alegría otras tantas.
Así que gracias. Ya hemos roto el Mac para que cuando volvamos tengas faena.
Y recuerda que te espero en el aeropuerto. Con un pastel de tres chocolates. Que no esté derretido, porfavor. Y que podamos utilizar tenedor en vez de cuchara sopera.
Yo prometo escribirte mensajes en una botella.
Y regalarte un molde que tenga forma de alegría.
Y llenar la nevera de tuppers donde guardar deseos. Y buñuelos de leche.
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